Hubo un momento de mi vida en la que me enfoqué tanto en trabajar que me olvidé por completo de mí misma.
No sabes lo mal que lo pasé.
(O sí, si has pasado o estás pasando por lo mismo).
Y es que cuando emprendemos, cuando tenemos un proyecto, incluso cuando trabajamos para otro y nos apasiona muchísimo lo que hacemos, ponemos toda nuestra energía en trabajar, y descuidamos lo que debería ser lo más fundamental para todo ser humano: nuestra salud mental, emocional y física.
De repente esas ganas y entusiasmo que siempre tenías han desaparecido, dando paso al agotamiento, a la desmotivación, a la desgana e incluso a la tristeza.
Y petas.
En realidad, no debería ser necesario llegar a ese punto.
Sin embargo, llegamos ahí por una serie de patrones y dinámicas que nos impulsan a ello.
Justo de esto te quiero hablar en este artículo.
Pero… permíteme que antes te pregunte esto:
¿Le das a tu bienestar y tu salud mental y emocional, la misma atención que a tu negocio?
Si tu respuesta NO ES un SÍ rotundo, te invito a leer este artículo al completo, dónde te hablo de:
- la razón histórica por la que hemos aprendido a priorizar la productividad encima del bienestar mental.
- los patrones (in)conscientes adquiridos que hacen que no estés priorizando tu bienestar mental (aunque sepas de su importancia).
- De qué forma puedes modificar esta conducta.
¿Listo?
Pues vamos a ello.
¡Pongamos consciencia para empezar a derribar dinámicas y patrones!
La historia detrás de una realidad: ¿Por qué dejamos de lado nuestra salud mental para priorizar el trabajo y la productividad?
Vivimos en una cultura que premia la productividad a cualquier costo.
Pero… ¿por qué esto es así?
¿Qué tipo de productividad es esta?
¿Cómo hemos llegado a este punto?
La historia de la productividad y el impacto negativo en nuestro bienestar emocional y mental en el trabajo
A lo largo de la historia ha habido diferentes etapas en las que se ha ido introduciendo y arraigando la idea de que ‘lo más importante es ser productivo’.
- La revolución industrial (siglo XVIII-XIX): la productividad era vista como algo esencial para el crecimiento económico y se exigía a los trabajadores largas horas de trabajo.
- Taylorismo y Organización Científica del Trabajo (finales del siglo XIX – principios del XX): Esta filosofía se centraba en la medición y el control del trabajo, deshumanizando el proceso, lo que de forma directa relegaba la salud mental y emocional de los trabajadores a un segundo plano.
- Cultura del «Hustle» (siglo XX): Este enfoque promovía la idea de que el éxito solo se logra a través de sacrificios personales, incluyendo el descuido de la salud.
- Globalización y Competitividad (finales del siglo XX – principios del XXI): La globalización trajo consigo una mayor competencia en los mercados, lo que intensificó la presión sobre los trabajadores y los emprendedores. La expectativa de estar siempre «disponible» y «conectado» se volvió la norma, contribuyendo a la idea de que el rendimiento constante es más importante que el bienestar personal.
- Impacto de la Tecnología (siglo XXI): intensificaron la presión por la productividad y el ‘estar presente’ al mantenernos conectados 24/7, haciendo que muchos sientan la necesidad de estar siempre disponibles.
¿Y qué implicación tienen estos acontecimientos históricos?
Las ‘secuelas’ que nos ha dejado la historia sobre nuestra idea de productividad y el cuidado de nuestra salud mental (sobre todo en el ámbito empresarial y profesional)
Estos movimientos sociales han hecho que asociemos el éxito profesional con:
- cantidad de horas trabajadas,
- estar disponibles 24/7,
- resolver problemas constantemente.
Lo que deriva en postergar el descanso, el autocuidado, la salud emocional y mental, y en no tener un equilibrio entre la vida personal y profesional.
Y aunque las circunstancias hayan cambiado, el tiempo haya pasado…., seguimos arrastrando las creencias que nacieron de esas épocas.
¿Qué hacemos con ‘lo aprendido’?
Fíjate.
Vamos siempre detrás de los números, de ventas, de objetivos empresariales, y terminamos viviendo muchas veces en modo supervivencia. Todo para intentar alcanzar el ‘éxito’ (o lo que creemos que es éxito).
Y…
¿Qué pasa con lo que sentimos mientras hacemos todo eso?
¿Todo vale con tal de ser productivos?
¿Los beneficios/resultados están por encima de ti, de tu persona, de tu salud?
¿Dónde está el límite?
Vamos a verlo.
Cuál es el costo de no cuidar tu salud mental y emocional en tu ámbito profesional, laboral o empresarial
‘Bueno… ya más adelante pararé’, vamos diciéndonos para convencernos de algo que en el fondo sabemos que no es verdad.
Y ¿sabes qué?
El problema es que muchas veces, ese ‘ya pararé más adelante’, se convierte en un parón involuntario, es un parón impuesto por tu cuerpo, tu psique, tu sistema emocional que colapsa y te impide hacer nada.
El llamado: Burnout.
O en español, conocido como, estar quemado o síndrome de desgaste profesional.
El burnout es un problema real que no solo afecta a emprendedores y empresarios, también afecta a empleados. Y, además, está reconocido por la OMS como una enfermedad dentro del ámbito profesional.
Se manifiesta a través de síntomas como por ejemplo:
- Agotamiento físico y mental que no mejora con el descanso.
- Reducción en tu capacidad de concentración y toma de decisiones.
- Pérdida de motivación y entusiasmo por tareas que antes realizabas con facilidad.
- Cambios en tu humor, volviéndote más reactivo y conflictivo en tus relaciones personales y profesionales.
- Un sentimiento de desconexión entre lo que haces y quién eres, lo que puede derivar en ansiedad o incluso depresión.
Este agotamiento, este estado, daña a todas las áreas de tu vida: tus relaciones personales, tu salud, tu negocio, tu ocio.
T-O-D-A-S.
Sin excepción.
De aquí la importancia de priorizar en nuestro bienestar, por encima de la idea de productividad adquirida (porque una productividad sana sí tiene en cuenta la salud y el bienestar).
Es más, esta dinámica, lejos de acercarte al éxito, te aleja del él.
¿Por qué seguimos sin priorizar nuestro bienestar mental como emprendedores o empresarios?
Lo sabemos. Sabemos que debemos cuidarnos pero lo ‘curioso’ es que no lo hacemos.
¿Por qué?
La respuesta es sencilla:
- Por las creencias colectivas.
- Por un diálogo interno que potencia esas creencias.
- Y por las conductas repetitivas que se convierten en hábitos de vida.
Veámos cómo interfieren y se relacionan estos 3 factores.
A. Las creencias sociales aprendidas (creencias colectivas) nos condicionan y repercuten tanto en nuestra vida personal como profesional
La causa raíz de todo esto son las creencias.
Y es que la creencia social de: productividad = éxito, está tan arraigada en nosotros (principalmente en el mundo occidental y algunos países de oriente también), que la hemos terminado aceptando como una verdad absoluta.
Sin cuestionarnos su veracidad. O su utilidad.
B. El diálogo interno: el potenciador de esas creencias colectivas sobre la productividad
Con esa idea o creencia en mente generamos una serie de pensamientos o diálogo interno que refuerzan la creencia:
- si paro, el negocio también se detiene.
- si paro, no seré una persona admirada, reconocida y exitosa.
- si paro, no estoy haciendo lo que debo y me siento culpable.
Fíjate si tienes alguno de estos pensamientos o identifica cuál tienes tú.
Todo este diálogo sirve para mantenernos supuestamente productivos y enfocados al éxito (un éxito que no tiene en cuenta tu salud).
De aquí viene el siguiente punto.
C. Conductas repetitivas que afianzan las creencias y el diálogo interno (hasta que el cuerpo dice basta)
Las conductas que adoptamos al tener esas creencias adquiridas al ser repetitivas se convierten en hábitos.
- El hábito de trabajar largas horas.
- El hábito de postercar el descanso.
- El hábito de ignorar nuestro estado y hacer caso omiso de las señales que nuestro cuerpo y mente nos envía.
Estos hábitos refuerzan aún más la idea de que no hay tiempo que perder. Siempre estamos ocupados y nunca hay espacio en nuestra agenda para nada.
En resumen:
Yo creo algo (consciente o inconsciente) + lo refuerzo con mi pensamiento + lo instalo con mi conducta
Priorizar en tu bienestar mental como emprendedor o empresario es lo que te hará tener éxito a largo plazo con tu proyecto
No se trata de dejar de ser productivo, sino de lograr un equilibrio que nos permita alcanzar el éxito sin sacrificar nuestro bienestar.
Porque, al final, un negocio que depende de tu agotamiento no es un negocio sostenible.
Es más, la productividad (esa que creemos que alcanzaremos trabajando más y más) aumenta cuando realizas descansos y trabajas tu bienestar mental y emocional.
*En otro artículo te hablaré de la productividad sana y cómo introducirla cuando tienes patrones ‘tóxicos’ adquiridos’. Si te interesa hazmelo saber para que sea una tarea prioritaria para mi.
Resignificar nuestras creencias sobre la productividad no es solo un cambio mental, es un paso necesario para alcanzar el éxito sin sacrificar lo que más importa: tu bienestar
¿Qué hacemos con todo este lio que tenemos montado y que nos genera frustración, malestar y que, en el peor de los casos nos puede llevar al burnout?
Para priorizar la salud mental primero debemos ser capaces de detectar en nosotros mismos la presencia de esas creencias colectivas, ponerle consciencia de cómo están afectando a nuestra vida y trabajarlas para resignificarlas y poder actuar desde otra perspectiva diferente.
Algo que se trabaja desde el coaching (y también desde otras terapias y acompañamientos psicológicos).
¿Te gustaría que te diera algunas primeras pautas para trabajarlo por tu cuenta? Házmelo saber en los comentarios y lo planificaré para que ese artículo salga pronto.
Me despido por hoy, no sin antes recordarte que:
Sea como sea, hagas lo que hagas, decidas lo que decidas, no olvides crear una vida personal y profesional ConSentido.
Con cariño, Marta.
PD: Si en este momento estás sintiendo que no te estás cuidando, que empiezas a sentir desmotivación o has notado culaquiero otro indicador de los que menciono en mi blog… No esperes que el burnout te detenga. La prevención es clave y en una sesión de valoración (gratuita) podemos identificar cómo empezar a priorizar tu bienestar.